miércoles 29, octubre 2025

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Fernando Polak, creador de Alamesa: cuando la inclusión se convierte en oportunidad y propósito

Alamesa nació con el objetivo de generar oportunidades laborales reales para jóvenes neurodiversos y demostrar que la verdadera integración nace del trabajo, la empatía y la convicción de que todos merecen un lugar en la mesa.

🎙️⬆️Escuchar la entrevista 

Fernando Polak, médico pediatra e infectólogo, creador de Alamesa —el primer restaurante del país donde cocinan y atienden jóvenes neurodiversos—, fue uno de los ganadores del premio Entrepreneur Of The Year (EOY) Argentina en la categoría Social, que entrega EY cada año.

Reconocido internacionalmente por su trayectoria científica y su compromiso con la innovación social, Polak conversó con Alejandra Scigliano en  unirSe para compartir la historia detrás de un proyecto que nació con un propósito profundamente personal.

Alamesa abrió sus puertas el 1 de marzo de 2024, después de más de dos años de preparación y entrenamiento, y hoy brinda empleo a 40 jóvenes neurodivergentes.

El proyecto nació de una idea muy concreta: darle un espacio laboral y, por lo tanto, una inserción en la sociedad a Julia, su hija menor, que tiene un trastorno del espectro autista y es uno de los 40 pibes neurodivergentes que trabajan en el restaurante.

“Y nació de avivarme en algún momento, por una de esas cosas, de que lo que iba a permitir la inserción de Julia en la sociedad era el trabajo. Que yo te diría que es una línea rarísima, como si fuera una soga que encuentra la otra punta hace muy poquito, cuando entendí que lo que genera esa sensación lúgubre y triste en la discapacidad no es la discapacidad, sino que es la soledad. Nadie tiene pena por Ray Charles, por Beethoven, por Stevie Wonder, por Roosevelt, el presidente de Estados Unidos que fue presidente cuatro veces siendo paralítico de ambos miembros inferiores. No es la discapacidad: lo verdaderamente difícil es la sensación de soledad y la ausencia de propósito.
Y Alamesa es todo lo contrario: es puro propósito. Es esta idea de generar un espacio de trabajo en serio, donde los pibes neurodivergentes no hacen tareas banales que a nadie le importan, sino que hacen las tareas que cuentan y que son necesarias para el funcionamiento del emprendimiento. Un lugar donde la excelencia está por encima de todas las consideraciones.”

Desde su mirada, el proyecto trasciende lo gastronómico:

“Es una manera de pararse frente a la vida, es una manera de encarar los desafíos de la vida, siendo valientes, tomando lo positivo para expandirlo, creyendo en la gente que trabaja con nosotros, en el proyecto y teniendo fe en nuestros hijos, y maravillándonos todos los días, porque mucho de lo que termina sucediendo es que aquellos a los que vos querías ayudar terminan generando un espacio imposible de generar de otra manera: absolutamente feliz, festivo, productivo y de altísima calidad. Esto es contracultural con la idea de la discapacidad y refleja lo mejor que tiene para mí la sociedad nuestra, en cierto sentido. Las cosas intangibles de la Argentina en términos de trabajo, de mérito, de compromiso, de solidaridad, en el sentido de compañerismo, de amistad. Un país bueno, un país feliz, el país del papá de Mafalda, que muchas veces yo añoro y que evidentemente esto consigue, de alguna manera, traer al presente.”

El funcionamiento del restaurante está pensado hasta en el más mínimo detalle.

«Despachamos un menú diseñado por el chef Takehiro Ohno, desde una cocina que no utiliza fuego, ni cuchillos ni balanzas. Cada plato se sirve en vajilla de un color que es idéntica al color de todos los frascos de ingredientes que conforman esa preparación. Por ejemplo, para una milanesa de lomo con papas fritas se usa un plato bordó, del mismo color que los frascos de pan rallado, huevos y harina, que permiten la producción de esa comida. Son carriles de 12 colores, para 12 platos.»

La integración, cuenta, comienza incluso antes del trabajo:

“La integración se produce antes de llamarlos a trabajar, entender el idioma, traducirle las cosas y preparar ese trabajo en el idioma en que estos pibes puedan entenderlo. Eso es lo que sucede en Alamesa.”

El modelo se replica a través de lo que llaman franquicias espirituales:

“Tenemos un programa de impulso a lo que nosotros llamamos franquicias espirituales, que no son franquicias de Alamesa porque esto es un emprendimiento personal, pero sí del método. Tenemos un equipo de consultores que lo que hacen es apoyar a la gente a hacer, dentro de diferentes rubros, lo que hicimos nosotros, que es un proceso que lleva cuatro años de pruebas y errores y de entender un montón de cosas que tienen que ver con un método bastante sofisticado para que esto funcione bien. Entonces, la posibilidad no es trabajar en Alamesa, sino hacer TU Alamesa.”

 

“Es un lugar que está muy lejos de la idea caritativa y de la idea lastimosa, progre, de la discapacidad. Es realmente vivir una experiencia de mirar la vida de otro lugar, y eso está buenísimo.”

Para poder vivir la experiencia a Alamesa o para recibir asesoría de los consultores las vías de comunicación son:

Instagram y la Web 

 

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