El programa de capacitación que apunta a acortar la brecha de género en la industria del software se lanzó en 2018 y posibilitó que cerca del 50% de las egresadas consiguieran trabajo como tester en empresas del sector.
La Fundación Eidos, organización focalizada en el desarrollo de soluciones educativas disruptivas, junto a Wolox, Accenture y Gire llevó adelante la segunda edición del Plan Azurduy, un programa de capacitación que apunta a empoderar a madres de entre 18 a 30 años con conocimientos de tecnología, brindándole las habilidades técnicas y socio-emocionales necesarias para los llamados trabajos del futuro.
El Plan Azurduy ya lleva capacitadas a 56 mamás, de las cuales cerca del 50% ya consiguieron trabajo como tester en empresas de tecnología. Además de brindarles las habilidades necesarias para poder trabajar en una empresa del sector, las egresadas aseguran que gracias a esta iniciativa desarrollaron la escucha activa y su capacidad para dar feedback, mejoraron su autoconfianza, su resiliencia, superando obstáculos y aprendiendo de ellos, y se sintieron listas para asumir mayores responsabilidades.
Las empresas, una pieza clave para el Plan Azurduy
Gracias al apoyo de empresas como Wolox, Accenture, Gire, Grupo Núcleo, Red Hat, Uber, Coder House, Microsoft, Danone y Argencon, la Fundación Eidos puede desarrollar este programa de capacitación que es totalmente gratuito.
En esta última edición se realizaron 35 clases, en las cuales las participantes aprendieron los contenidos necesarios para ocupar el puesto de tester/QA -función encargada de investigar y evaluar el proceso de un producto de software para que le llegue de la mejor manera posible al usuario final- en empresas y organizaciones que cuenten con áreas orientadas al desarrollo tecnológico.
En la actualidad hay 500 mil puestos de trabajo sin ocupar en empresas de tecnología por falta de profesionales capacitados. El Plan Azurduy nace en un escenario en el que la inclusión de las mujeres en empresas informáticas del país se reduce a un promedio de entre el 10% y el 20% de la plantilla total.
Más allá del contenido técnico, cada clase fue un punto de encuentro para repensar y resignificar los roles que las mujeres ocupan en la sociedad y, en particular, en el ámbito de la programación y el desarrollo de software.